Los niños sin Historia, la educación básica y la historia del arte.


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Grabado – Goya -1799

El papel de las artes en los colegios colombianos siempre ha sido relegado a una banal funcionalidad de fines estatales, enfatizar la legitimación de la institucionalidad. Poco o nada se enfatiza en la historia del arte como un suceso sincrónico  de la historia de la humanidad o del desarrollo del intelecto humano. Considerar el arte una rama al mismo nivel de la ciencia es inadmisible para un amplio rango de la sociedad ya que la considera un medio y no un fin por sí mismo.  Dos problemas específicos de la enseñanza de la historia del arte los abordaremos a continuación.

1.Generalmente la enseñanza de la educación artística en la gran mayoría de las instituciones públicas de Colombia se ha enfatizado en el uso de la técnica, de las herramientas y los conceptos básicos de las artes (pintura, dibujo, teatro, música y danza) dejando por fuera otras expresiones por limitaciones de recursos (fotografía, cerámica, escultura entre muchas otras). Esta enseñanza técnica per se es un proceso necesario y natural de las artes ya que permite metaforizar el mundo de acuerdo a los niveles de desarrollo y permite la construcción del razonamiento sensible. Pero si no se dimensiona en la enseñanza una historia social y estética, termina siendo una mirada mecánica y funcional descontextualizada de la vida del ser humano.

La liberación de esto ha existido desde hace tiempo, diversas maneras de resistir y liberarse de estos yugos, proyectos casi subversivos por ir en contra de las maneras del quehacer institucional, desde el desarrollo de intentos individuales de maestros de arte para construir procesos de enseñanza integral (historia, cultura, contexto, técnica y evolución individual)  de las diferentes artes, maestros artistas que le roban horas a otras clases para enseñar artes, acuerdos secretos ajenos a los coordinadores o rectores para que un proyecto educativo artístico tenga unos frutos que crucen la frontera de las izadas de bandera y se conviertan en proyectos de investigación educativa o proyectos nacionales artísticos, solo muy pocos pueden salir adelante de las cadenas que la misma institucionalidad ha construido, desde lo políticamente correcto y del modelo panóptico arquitectónico de los colegios.(entre ellos Plantarte: experiencias pedagógicas entre yerbas, yerbateros y escuelaEl circo del sol solecito,Kwitara Santayá U’wbohiná-Kueshro, por mencionar algunos)

Hay  que reconocer los esfuerzos de media fortalecida como proyecto en donde permite la elección de los colegios como énfasis arquitectura diseño entre otras ramas del saber sensible. Las creaciones de los clanes(centro local de artes para la niñez) y los proyectos de 40 X40 artísticos así como diferentes propuestas construidas en apoyo de fundaciones con artistas y aunque no fuera perfecto por muchos problemas de exploración, implementación, y talleristas si tuvo un impacto rescatable (este tema será material de otra columna) ¿Hasta qué punto el arte dejo de ser un proceso medianamente objetivo que se convirtió en especulación la enseñanza del arte por el arte?

Aquí ya visualizamos su principal problema: no se enseña historia del arte y contexto  porque no hay tiempo de enseñarlo, si la evaluación de un estudiante debe evidenciar un proceso artístico pues se descarta un conocimiento histórico para tener desde la técnica una manera de evidenciar los avances de los infantes. ¿Hasta qué punto es válido sacrificar la dimensión intelectual del conocimiento por un conocimiento mecánico enajenado de su historia? Como decía Bruno Munari “la creatividad no es improvisación sin método” a eso le añadiría y sin historia.

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Clase de escultura 1954, Escuela Nacional de Bellas artes de Bogotá

2.El segundo problema que considero en este asunto y que aborda un tema más de fondo es la enseñanza de la historia del arte desde la mirada occidental, y en esto no quiero ser purista ni que este texto se considere como tal. Yo no estoy discutiendo el nacimiento de la disciplina, ni una mirada errada del descolonialismo, si analizamos el tema, nuestra consideración de disciplina de historia del arte es totalmente occidental, desde Platón, Aristóteles, Vasari, Kant, Winckelmann, Warburg, Arheim, en fin la lista es infinita e interminable, además que son reflexiones estéticas que admiro y respeto. Mi tema de análisis en nuestro caso es ¿Por qué si conocemos una historia de la disciplina de la historia del arte seguimos replicando el mismo discurso bajo los mismos objetos? Aquí es donde yo problematizo la historia del arte, los libros de arte escolares replican como anécdotas o biografías, hacen ejercicios técnicos solamente desde la mirada occidental de la historia del arte infantilizada en su totalidad, cuando se aborda el análisis de nuestro arte sea este Colombiano o latinoamericano queda relegado a una consideración de menor valor o tribal.

 

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Escuela de bellas artes de Bogotá, Ricardo Gómez Campuzano 1911

 

Es decir no lo consideramos una historia arte sino un apéndice menor de lo que en occidente se considera la Historia del Arte, es decir, no nos pensamos ni le damos una categoría de propia valía a nuestro arte,  un arte Americano que por si mismo habla, esto puede ser por desconocimiento o por el prejuicio de castas coloniales que aún se mantiene latente como una herida en nuestra contemporaneidad. En las diferentes grandes culturas ancestrales existió de por sí una propia filosofía de valor y herramientas de configuración plástica, nosotros construimos arte con un cánon, la arquitectura representaba valores sociales y filosóficos de su tiempo, las categorías de belleza, fealdad,  existieron así como otras que en lo occidental no pudieron categorizar y que en nosotros existe.

Nuestro arte y nuestra historia no es menos importante que el arte occidental, nos complementa,  nos da más herramientas para la creación y comprensión de nosotros mismos, uno de los grandes artistas occidentales y de un rigor y calidad excepcional fue Alberto Durero el vio y relato su opinión del tesoro de Moctezuma, un tesoro realizado en nuestras tierras por nuestros artistas y con nuestros valores:

“Vi allí toda clase de cosas maravillosas hechas para el uso de la gente. Y eran tan hermosas que sería maravilla ver algo mejor.  Nada he visto a todo lo largo de mi vida que haya alegrado tanto mi corazón como estas cosas. En ellas he encontrado objetos maravillosamente artísticos y me he admirado de los sutiles ingenios de los hombres de esas tierras extrañas.”[1] 

Durero como artista vio allí  las manos de otro artista, no denoto un prejuicio, un arte indígena, no categorizo su quehacer como un objeto ritual para darle algún valor, se despojo de todo prejuicio y vio el rigor y la calidad excepcional de otros artistas de tierras lejanas, vio nuestra maravillas, las maravillas que nosotros necesitamos ver para construirnos y reconocernos desde nuestra propia historia del arte.

Necesitamos escribir nuestros propios libros y nuestra propia historia del arte para entender nuestra historia, nuestros logros progreso y fracasos, poder darles al mundo maravillas que alegren el corazón del mundo con los ingenios de los hombres de estas tierras, necesitamos conocer nuestra historia para poder enseñar y aprender a perdonarnos y amarnos.

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Retrato Cultura Moche, Mochica III Periodo intermedio temprano 200 ac – 600 dc

[1] MIGUEL LEÓN-PoRTILLA, Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantaru, México, E. F. E., 1961

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