Las letras, la grafía y la escritura son aquellos elementos que determinaron un antes y un después en el inicio de la historia de la humanidad, dividiendo el tiempo entre la prehistoria, esa continuidad temporal en que los humanos solo se comunicaban de manera oral, y la historia, este tiempo que habitamos y del cual se puede dejar registro escrito para la posteridad. Desde hace 5.500 años, cuando en Sumeria surgió el primer alfabeto de la historia global y se dejaron esos caracteres cuneiformes sobre tablillas de barro, ese asombroso sistema de legalidad y justicia que hasta el día de hoy se admira nos revela un interés por el desarrollo de los símbolos que constituyen los alfabetos.
Desde entonces, la escritura, forma fundamental de comunicación y registro, estuvo determinada por el ejercicio paciente de reproducir los símbolos alfabéticos a mano, llegando a desarrollos tan majestuosos y bellos como las letras de los manuscritos medievales iluminados, hechos por escribanos que dedicaban su vida a estilizar y dar color a aquellas páginas que contenían el saber de la cultura occidental, accesible solo a unos pocos privilegiados del mundo clerical. Pero no fue sino hasta el siglo XV, con la invención de la imprenta en el mundo europeo (invento desarrollado siglos atrás en China), cuando la escritura, ahora reproducida por medio de tipos metálicos, encontró rumbos más amplios y se convirtió en medio de difusión del conocimiento del mundo.

En Colombia, tanto la llegada de la tecnología de la imprenta en el siglo XVII como su uso laico en el siglo XVIII fueron fundamentales para impulsar el proceso sociopolítico de la Independencia, al tiempo que permitieron una mayor autonomía en la difusión del conocimiento que llegaba o se gestaba en la nueva nación. Años después, con la necesidad de emitir papel moneda como medio de intercambio económico, se produjo un encuentro maravilloso entre la imprenta y el desarrollo estético, que es justamente el eje de la muestra que hoy se abre al público en estas salas.
La exposición “Tipo, lito, calavera: historias del diseño gráfico en Colombia en el siglo XX”, curada por el investigador y diseñador Juan Pablo Fajardo, se constituye en un diálogo entre las artes, el diseño y la gráfica alrededor de la tipografía y las maneras en que esta se adapta y reconfigura en nuestro contexto, siempre asociada a impresos de diversa índole y a la imaginería de cada época. A través de los nodos que son parte de la muestra, se presenta una reflexión por el lugar de las letras y sus formas en documentos que permiten acercarse a momentos claves de la formación de la nación. Así encontraremos reflexiones muy valiosas sobre el papel del billete en momentos de conflicto; el desarrollo de la prensa regional y su
expresión gráfica; el desarrollo industrial de la primera mitad del siglo XX, visto por medio de las etiquetas de los productos que se hacían en el país, y el aporte de los artistas en el diseño editorial, entre otros temas.
Resulta central destacar una investigación que promueve nociones claves sobre la identidad, o más bien las identidades que se desarrollan en un país como Colombia a partir del diseño gráfico. Desde la necesidad de afirmar posturas políticas divergentes, pasando por las luchas por reivindicar el diseño desde el arte, hasta la necesidad de crear líneas editoriales propias para transmitir conocimiento mediante las posibilidades gráficas y visuales que se generan en cada contexto. La muestra es, por ello, una forma de narrar el país desde la cultura visual vinculada a periódicos, publicidad, libros y los materiales presentados, por primera vez, de una manera tan comprometida y ambiciosa.
Por otro lado, el reconocimiento de que detrás de cada diseño está una técnica que influye en cada planteamiento estético es casi una revelación poética y de resistencia contra el olvido: en Colombia se mantiene la convivencia temporal de esos tres medios técnicos de la producción gráfica (tipo, lito, calavera), tipos de metal, impresión litográfica (offset) asociada a los procesos fotográficos y al auge de las nuevas tecnologías numéricas, y se enaltece la noción de una experimentación artesanal, por más contradictorio que parezca. Una línea esencial de la programación expositiva reciente del Banco de la República busca reivindicar la cultura de lo analógico para entender qué sucede detrás de cada proceso artístico y visual de nuestro pasado. La Colección de Arte y Numismática y el acervo editorial y documental de la Biblioteca Luis Ángel Arango son, desde sus orillas, caminos que se relacionan y se encuentran en los procesos de impresión y los métodos de generar imágenes (pues la letra es una imagen), como se verá en los trabajos de creativos y diseñadores tan esenciales en la historia del país como Sergio Trujillo Magnenat, Marta Granados, Dicken Castro o David Consuegra.
En el Banco de la República estamos seguros de que presentar esta exposición, pionera en su tipo, en la Casa Republicana de la Biblioteca Luis Ángel Arango no solo pondrá en evidencia el diálogo de piezas de diversas colecciones del Banco entre ellas mismas y con otros archivos (y tesoros) jamás expuestos de otras instituciones, sino que dejará abierto un amplio campo de investigación con componentes invaluables no solamente de la historia de la gráfica y la tipografía en el país, sino también de las notables influencias de la cultura visual colombiana en la vida cotidiana, y desde ahí alimenta la creación artística contemporánea del país.

Queremos extender nuestro sincero agradecimiento a Piedra, Tijera, Papel, el Museo La Tertulia en Cali, el Instituto Caro y Cuervo, Carvajal S.A. y a todos los prestamistas privados, quienes han permitido el desarrollo de la investigación para esta muestra, así como la circulación de algunas de las piezas que constituyen la exposición. Esperamos que este catálogo, con las valiosas contribuciones de investigadores como Juan Pablo Fajardo, Patricia Córdoba, Ignacio Martínez-Villalba, la dupla de TransHistoria (María Sol Barón, Camilo Ordóñez), Natalia Gutiérrez Montes, José Ruiz, Lucas Ospina-Villalba y Julien Petit, sea, además de un referente sobre gráfica para investigadores, una importante pieza de diseño que dialogue con innovadoras maneras de pensar desde la curaduría las exposiciones que se presentarán durante los próximos meses en nuestros espacios. María Willis Londoño