RESUMEN
El presente texto tiene por objeto presentar la experiencia que hemos compartido María Teresa Devia y Adriana Tobón en el taller de Fronteras en el Liceo Juan Ramón Jiménez. Desde la práctica artística y la reflexión filosófica nuestras especialidades respectivamente, hemos intentado hacer un taller en el que se privilegie la multiplicidad de acercamientos y por lo que hemos procurado que esas miradas provengan de todos y mucho menos de nosotras. ¿Es posible enseñar sin dictar clase? ¿Cómo son posibles espacios de enseñanza fuera del aula e incluso de la escuela? ¡¿Cualquier cosa puede ser enseñar?! ¿Se puede enseñar a pensar o a conocer el mundo, en una clase de arte? Ahora que resulta tan urgente el tema de la reflexión sobre la paz, ¿qué puede aportar a ella un curso de arte, ciudad y diseño?
Justamente: con el silencio y espera paciente del profesor, es posible generar el ambiente para que se dé un proceso, al ritmo del estudiante y no del profesor o del plan de estudios. En ese espacio surgirán espontáneamente: las preguntas pertinentes, la técnica más apropiada, la solución efectiva y el resultado que había soñado el estudiante y no el profesor. En nuestros cursos de arte, diseño y ciudad, hemos logrado desarrollar espacios (muy intuitivamente en un inicio, aunque concertados y compartidos con los estudiante y los colegas), que para sorpresa nuestra, han dejado al estudiante a su libre albedrío, vivir procesos creativos y producir obras, imposibles de ser planeados, pautados o enseñados. Los temas a tratar estarán relacionados principalmente con el encuentro entre escuela, galería y ciudad; con la importancia de romper el nicho protector del plantel escolar, para ampliar el espacio de educación. Hemos encontrado la posibilidad de validar: la función social de la galería (sin desconocer su función comercial) desde su potencial pedagógico y de la vocación de la escuela como espacio cultural, donde se forman los creadores y su público. Consideramos como un acierto fundamental haber logrado respetar los tiempos y estrategias personales de cada estudiante, de modo que consiguiera su máximo y auténtico potencial expresivo. Otro de nuestros logros ha sido la interdisciplinaridad: entre el taller de arte, los recorridos y el taller de escritura y reflexión. En cada uno de estos ambientes hemos logrado entrar en diálogo con aspectos distintos de la personalidad, las emociones y los modos de aprender y ver de cada estudiante.
El examen no es más que el bautismo burocrático del saber, el reconocimiento oficial de la transubstanciación del saber profano en saber sagrado. K. MARX
Adriana Tobón
Docente de Fronteras y de Humanidades
en Liceo Juan Ramón Jiménez
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